En nuestra perenne investigación sobre las distintas historias que inundan nuestra provincia, en el blog de El Malaguita viajamos esta semana muy cerca de la capital para contar la historia de la patrona de Cártama: la Virgen de los Remedios.
A pesar de que su festividad se celebra el mes de abril, los primeros orígenes de la devoción a esta Virgen pueden datarse en torno al 1485, año en que la plaza musulmana de Cártama cae bajo el empuje conquistador de Castilla. Cuenta la tradición que un día, un pastor de ovejas mientras apacentaba su rebaño en la colina, halló entre los tallos de una esparraguera una pequeña estatuilla con forma de una dama de lindo rostro y de muy suaves perfiles. Pensando en regalársela a su hija, el pastor la recogió y la guardó en su zurrón y, al llegar a su casa, comprobó sorprendido que la figura no estaba en el sitio que la había guardado.
Al día siguiente, el pastor volvió al mismo pastizal del día anterior y se volvió a encontrar la preciosa figura exactamente en el mismo sitio, entre los tallos de la esparraguera de abundantes hojas. Una vez más, la guardó en su zurrón con más mimo si cabe, aunque al llegar a casa el resultado fue el mismo, encontrándose el zurrón vacío. Este hecho se repitió tres veces consecutivas, lo que llevó al pastor a interpretar el extraño suceso como una señal del cielo y a consultárselo al cura del pueblo. Una vez descritos los hechos, y dada la fama de hombre honesto que tenía el pastor, el cura y las personas consultadas concluyeron que la pequeña escultura hallada por aquel humilde pastor era una imagen de la Virgen María y que el hecho de persistir en aquel sitio dejaba bien claro que la Señora del Cielo había querido manifestar su voluntad de que le fuese rendido culto y devoción en el mismo lugar en que había sido hallada. Una vez puesto en conocimiento el obispo de la voluntad de la Virgen, éste último dio permiso para levantar en aquella colina una ermita en su honor bajo la advocación de la “Virgen del Monte”, nombre con el que todavía se conoce el monte en que se levanta el santuario.
Si hasta aquí es parte de la leyenda, la devoción por la Virgen de los Remedios se consolida definitivamente con motivo de una epidemia que sufrió la población en 1579. Con España azotada por otro brote de peste negra, el temor a ser víctima de la peste llenaba la iglesia y las gentes no cesaban en sus rogativas y plegarias. Viendo que la epidemia comenzaba a llegar a Cártama, alguien sugirió la idea de sacar en sencilla procesión rogativa a la Virgen del Monte, por lo que los aldeanos bajaron del santuario a la Virgen y pasearon la sagrada imagen por las calles cartameñas. Según los relatos, al paso de la procesión por las casas en que la peste había encontrado un resquicio de entrada, los que estaban apestados comienzan a notar una mejoría en su estado de postración. A partir de ese día, el número de afectados empieza a bajar ostensiblemente, por lo que la Virgen del Monte se llamó de “los Remedios”, en señal de gratitud por haber intercedido en favor de los cartameños.
Desde entonces, llegado cada año el 22 de abril, la imagen de la Virgen es bajada al pueblo y acompañada devotamente por la gente a lo largo de su recorrido hasta la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Las filas de devotos con luminarias son interminables, las mujeres y hombres portan haces de cuatro velas ardiendo a la vez y sobre la fachada de muchas casas giran sin cesar ruedas de fuego y los balcones están engalanados con colchas, tapices, mantones de manilas o banderas. Al término de la procesión, la Virgen entra en el templo y se queda allí hasta el primer domingo de junio, que vuelve a su ermita.
Y aunque estos dos últimos años las cosas han sido “diferentes”, en El Malaguita tenemos muy claro que la fe y la devoción de los cartameños hacia su Virgen de los Remedios no ha disminuido…
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