En una semana en la que muchos padres tienen que “lidiar” con el teletrabajo y sus hijos en casa por la Semana Blanca, en El Malaguita hemos querido centrarnos en uno de los personajes ilustres de nuestra comunidad y nuestra provincia, con una gran vinculación al 28 de febrero, Día de Andalucía: Doña Trinidad Grund, una mujer emprendedora del siglo XIX y una de las pioneras en el sector del turismo en nuestra provincia. Pero vamos a conocer primero algo de su historia.
Doña Trinidad Grund y Cerero de Campos nació en Sevilla, el 28 de febrero de 1821. Su padre, Don Federico Grund, era natural de Hamburgo, y trabajaba como Cónsul de Prusia en Sevilla. Al trasladar a Don Federico a Málaga, la familia conoce a Manuel Agustín Heredia, con quien les termina uniendo una gran amistad. Esta amistad termina ocasionando la boda de Trinidad Grund con Manuel Heredia Livermore, hijo mayor de la familia.
Trinidad Grund fue durante cuatro años la mujer más envidiada de la localidad malagueña por contraer matrimonio con “el heredero de la fortuna de los Heredia”, pero esa felicidad duró poco. Don Manuel Heredia Livermore muere durante una cacería en Motril y más tarde es su hijo mayor el que fallece en una operación quirúrgica. Por si esto fuera poco, en marzo de 1856, mientras viajan en barco hacia Sevilla para intentar olvidar la depresión causada por estas muertes, sufren un accidente al chocar contra otro barco y sus dos hijas pequeñas fallecen ahogadas.
Tras estas devastadoras desgracias que se sucedían, Trinidad Grund cambió completamente su vida, invirtiendo toda su fortuna en obras benéficas, destacando el Asilo de San Manuel, lugar que acogía a niños huérfanos y personas necesitadas de Málaga, donde se impartían clases, había un obrador de pan y un planchador en el que se formaba a mujeres sin oficio. También participó, entre otros, en la creación del Colegio de San Juan de Dios La Goleta, para que los trabajadores de las fábricas cercanas pudieran dejar allí a sus hijos para ser educados y alimentados; del Asilo de los Ángeles y de la Capilla del Hospital Civil. Asistió, además, a los afectados por las epidemias de cólera y tifus que asolaban la ciudad en aquellos años., lo que hizo que le otorgaran la Banda de Damas Nobles de la Orden de María Luisa por la Reina Isabel II, que posteriormente rechazó.
Atraída por las aguas termales del municipio de Carratraca, Doña Trinidad construyó allí un palacete (que es hoy el Ayuntamiento de la localidad), donde se mudó, abriendo el pueblo al turismo. Además, allí comenzó su etapa emprendedora dentro de la alta burguesía, construyendo casinos, una plaza de toros, crenado su propia moneda y gestionando un negocio de baños termales.
Es más, en 1860 adquirió la Cueva de Ardales, también conocida como Cueva de Doña Trinidad Grund o de la Calinoria, una cueva cerrada durante más de 8.000 años que fue descubierta en 1821 tras el gran terremoto de Alhama de Granada, que le dejó la boca de acceso abierta. Doña Trinidad la acondicionó para ser visitada y hasta terminó haciendo de guía para la alta burguesía de la época, clientela habitual de su negocio termal (como ya comentamos al inicio de este post), para que conocieran las pinturas y grabados rupestres de la cueva, convirtiéndose así en la primera en toda España en ser explotada como producto turístico.
Víctima de un cáncer, falleció en agosto de 1896 a los 75 años y fue enterrada, a petición propia, con el mismo vestido que llevaba en el naufragio del Miño. Su entierro fue uno de los más multitudinarios que se recuerdan en el Cementerio de San Miguel de Málaga, ya que gran parte de la población local quiso arroparla, en agradecimiento a toda su aportación, en su último adiós.
Leyendo este artículo, no queda duda que su figura es digna de ser nombrada y recordada en nuestra provincia…
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